El innovar es crecimiento, es captación de las nuevas tendencias, es capacitar a nuestro personal para que aplique modificaciones novedosas o cree productos con amplio sentido innovador, es actualizar la tecnología de nuestro equipamiento.
Los proveedores y clientes encabezan la entrega de los elementos que denotan innovación. Los primeros a través de proveernos materias primas y/o material de empaque que nos dé una evolución respecto al que poseemos. Ejemplos de la industria alimenticia: insumos que reemplacen el azúcar y la grasa, harinas alternativas a las de trigo, semillas y aceites sin químicos, envases con indicadores de contenido de oxígeno en el interior del paquete o con menor permeabilidad al pasaje de luz; en definitiva: esa evolución se conecta con diferentes objetivos, como productos más saludables, costos menores, menos procesamiento de los productos, mayor durabilidad, mejores sabores y colores.
Los clientes son los que consumen nuestros productos y por ende los que opinan, los que recomiendan/sugieren modificaciones o productos que tengan tal o cual cosa, con X sabor o con una forma determinada. Lo hacen a través de los posteos e historias que nuestra empresa hace en las redes sociales, envíos a nuestra casilla de correo o a través de comentarios de personas de nuestra cercanía.
La tercera fuente en importancia como aportante de la innovación son nuestros competidores tanto directos como indirectos, siendo los primeros los que tienen más puntos de conexión con la morfología y propiedades de nuestro producto. Por ejemplo, si elaboramos granolas un competidor “directo” elaboraría granolas y barritas; y uno “indirecto” podría ser alguien que elabora el mix de semillas, de frutos secos o algún turrón de un fruto seco.
El aporte, que mencionábamos al inicio de este párrafo, tomando el caso de la granola, podemos ejemplificarlo con el know how que hay detrás de las distintas marcas y que se traducen en usos de nuevas semillas o jarabes más saludables o agregados de especies usadas en postres.
En último término suelen ubicarse las universidades, otras instituciones educativas y científicas que deben su mala ubicación, en este ranking de aportantes a la innovación, a cierta ausencia del Estado en su rol como conector con el mundo del consumo de alimentos. Si las instituciones mencionadas poseen prestigio en brindar servicio de asesoramiento de desarrollo de productos, además poseer infraestructura para realizar análisis físico-químico y organoléptico de los productos dentro del proceso de innovación.
La innovación en gran escala o en pequeña, en una multinacional o en un emprendedor, de un proceso de elaboración o de un producto es vital para la supervivencia y necesaria para ser competitivo.
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Autor:
Ariel Pérez Barrio.
Ingeniero Químico, recibido en la UBA. Cuenta con 20 años de experiencia en la industria alimenticia y gastronómica con responsabilidades crecientes dentro de sectores como Calidad, Desarrollo de Productos, Elaboración y Mantenimiento en empresas como Mondelez, Tostadas Riera, Fantoche, Chocoarroz y La Parolaccia. Desde hace casi 3 años trabaja asesorando Emprendedores y Pymes alimenticias en el Desarrollo de sus Productos y la Gestión de sus Procesos. Además tiene dos emprendimientos propios: Oki Alimentos Saludables y Gualeyos. Es el creador de los cursos: Desarrollo de Productos Alimenticios, Desarrollo de Productos Alimenticios (Parte II) y Mantenimiento en la Industria de Alimentos.
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