A veces nos encontramos desmotivados, frustrados, resignados…
No podemos entender tantas cosas que suceden a diario, y las preguntas superan con creces a las respuestas:
- ¿Por qué es tan difícil para los demás entender la importancia de la inocuidad alimentaria?
- ¿Cuántas veces más tendremos que repetir la importancia del lavado de manos, de la higiene personal, de no comer en el lugar de trabajo?
- ¿Por qué le asignan tan pocos recursos al área, con lo importante que es para una fabrica de alimentos?
- ¿Para qué seguir insistiendo, si ni siquiera la gerencia está comprometida?
- ¿Cuándo dejarán de vernos como los “vigilantes”, los “policías”?
La realidad es que, estructurar, gestionar, dirigir y mantener en pie un área de calidad, no es tarea fácil. Generar cultura de inocuidad dentro de un grupo poco comprometido es un trabajo arduo y casi, diríamos, permanente, que exige seguir adelante a pesar de los cuestionamientos, a veces simplemente movilizados por las convicciones, porque el reconocimiento, no siempre llega.
¡Y cuesta! Cuesta horas de trabajo, cuesta dolores de cabeza, cuesta irritación e impotencia.
Pero hay algo que es realmente más costoso, y es la salud de los consumidores.
Por eso, sabemos que las áreas de calidad, de seguridad alimentaria, requieren de gente analítica, exigente, objetiva y, sobre todo, consciente de la noble y máxima tarea que es asegurar que cada producto que llega a la mesa de cada consumidor, se traduzca en una experiencia grata y satisfactoria, y no en un potencial peligro para su salud.
Estuvimos en ese lugar, seguimos estando, y ¡queremos acompañarlos!
Cuando sientan que deben clonarse para encargarse de todo o que necesitan otra cabeza para pensar, porque en el trabajo nadie los escucha; o tal vez una mirada objetiva sea lo único que haga falta; o cuando la capacitación sea la clave para avanzar… ¡escríbannos!
Conversemos al respecto, desarrollemos soluciones conjuntas, creemos espacios creativos de colaboración e intercambio.
¡A nosotros SÍ nos importa que lo logren!
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