En este nuevo contexto de coronavirus, tampoco podemos olvidarnos de nuestra plaga autóctona: el dengue.
Queremos compartirles un artículo escrito por Ricardo Ferrario, nuestro Especialista en Plagas, para La Nación.
Dengue: una plaga autóctona
Se dice que con el calor llegan los «bichos», y es ahí cuando todos nos preocupamos y alarmamos. Pero eso es justamente el problema: trabajar sobre la solución y no en la prevención.
Estos «bichos» que nos preocupan las denominamos plagas, por su capacidad de transmitir enfermedades. Las cucarachas, moscas, mosquitos, roedores y alacranes, entre otros, son transmisores de afecciones por distintos mecanismos y con diferentes efectos las personas.
Hoy el que más nos concierne de las mencionadas plagas en la Argentina es la especie de mosquito transmisores del dengue llamado Aedes aegypti. Si bien la presencia de este insecto normalmente se daba en otras regiones y, eventualmente, en algunas provincias de nuestro país, hoy podemos decir que es autóctono debido a que el insecto está establecido como una plaga local, esto quiere decir que encontró las condiciones ideales para su superviviencia y desarrollo, pudiendo ser el vector (transmisor) del tan temido virus.
Esto no quiere decir que toda esta especie de mosquito pueda transmitir el virus, pero las posibilidades son mayores teniendo en cuenta el aumento del turismo y tráfico de transporte en general, que llevan a personas posiblemente infectadas -e incluso a insectos- de un lugar a otro en situación de confinamiento.
Debemos tener en cuenta que ningún problema es de generación espontánea, sino que siempre están motivados por alguna causa.
Uno de los principios básicos y fundamentales es saber que el mosquito vuela y se traslada, motivo por el cual el programa a implementar logra el objetivo solamente cuando se ejecuta en forma masiva en toda una región. Por lo que atacar solamente una pequeña área no resulta eficiente y no soluciona el problema de raíz.
Los controles deben ser permanentes y selectivos dependiendo de la zona por su temperatura y humedad. Cuanto más altos son los registros, existen más posibilidad de desarrollo del insecto. Sin embargo, este no evitará el ingreso de mosquitos, sino que dará información fundamental para realizar tratamientos y evitar el avance o crecimiento de la tasa del insecto.
Es común leer en los medios o ver campañas publicitarias, en esta época del año, de que distintas organizaciones privadas o públicas comenzaron con tareas de capacitación a la población en temas de prevención, lo cual considero muy importante pero, quizás, insuficiente y a destiempo. Más aún, una vez que el problema «explota», vemos que se realizan tratamientos masivos sin tener en cuenta si es necesario o no realizarlos en ese lugar en particular. Es decir, carente de análisis y una metodología apropiada.
Pero a cada uno le cabe su responsabilidad. El Gobierno, por ejemplo, al margen de las campañas de concientización, debería ejecutar un plan de monitoreo mediante el uso de ovitrampas (cebos para mosquito) a fin de generar un mapa de calor que brinde una clara situación de la presencia de esta especie en cada área del país. De esta manera, se podrá tener un diagnóstico claro.
Además, el Estado debe ser muy exigente con las empresas privadas que contrata para realizar el control de plagas. Tienen que estar debidamente capacitadas y habilitadas, con equipos adecuados. La tarea de fumigación debe hacerse en horarios de mayor actividad del insecto, no en cualquier momento. Al mismo tiempo, se debe presentar un plan de manejo integral, y no hacer tratamientos esporádicos. Todo esto en base a los resultados que arroje el monitoreo.
Es importante saber que hay normas y mecanismos homologados por la Organización Mundial de la Salud, los cuales se pueden consultar para implementar servicios o trabajos de monitoreo y control. Estos brindan información específica para generar planes de gestión integral de dicha plaga, con el objeto de lograr los mejores resultados en el menor tiempo posible y con el mayor cuidado del medio ambiente durante todo el año.
Si no entendemos todo lo expuesto anteriormente estaremos encerrados en un círculo vicioso del cual se hará cada vez más difícil salir. Es necesario un cambio de paradigma en el modo de concebir el tratamiento de plagas y hacer especial hincapié en la prevención. Hay vidas humanas dependiendo de ello.
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Autor:
Ricardo Ferrario.
Técnico Químico. Especialista en MIP en la Industria Alimentaria.
Socio Gerente de Clean City desde el año 1997.
Trabajó en el manual de MIP desarrollado por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos dentro del Programa Calidad de los Alimentos Argentinos.
Docente en la carrera de Post grado de la Ceica de la UCA.
Docente en la carrera de Post grado de la EMIP de la Universidad de Morón.
Ha dictado numerosos cursos de capacitación en el tema MIP para laboratorios como Bayer, Chemotecnica y Anasac en Argentina, Chile y Uruguay.
Es titular del Portal Infoplagas.com, primer portal de habla hispana referido al tema MIP en Argentina.
Ha desarrollado el primer sistema de control de gestión On Line para servicios de MIP en Argentina.
Recibió capacitación de los programas y auditorías de MIP en Argentina y Estados Unidos por parte de la NPMA y AIB Internacional.
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