Cada organización, por pequeña a grande que fuera, cuenta con una historia respecto de su área de Calidad. Generalmente nace como un control específico sobre productos terminados y luego comienza a extenderse hacia atrás y delante de esta instancia del proceso, casi en forma natural.
Ese recorrido puede llevar años y muchas veces se ve influenciado por exigencias de clientes, demandas regulatorias o iniciativas propias de directivos.
Es así como, partiendo de un control específico sobre los productos finales, con el tiempo nos vemos envueltos en auditorías a proveedores para aprobación de insumos, cartas de control sobre semielaborados, capacitaciones para operadores, verificación de procedimientos, control de sanitización de los espacios de producción, ensayos de vida útil, verificación de equipos de medición en planta y en laboratorio, calibraciones, liberación de producto terminado, contacto con comerciales y finalmente interacciones con clientes.
Cada una de la actividad mencionada tiene un por qué, si quisiéramos resumirlo en una sola frase, seria para «garantizar la calidad del producto terminado, asegurando proceso eficientes y reducción de costos por desvíos, teniendo siempre presente el concepto de la mejora continua, como una herramienta en busca de la eficiencia».
Cuando podemos demostrar con indicadores de proceso y de costos que nuestro sistema de control reduce desvíos, se anticipa a los problemas y evita no conformidades en material arribado a nuestros clientes, el Control de Calidad y el Aseguramiento de la Calidad, comienzan a posicionarse en el lugar que les corresponde dentro de la Compañía.
Un sistema que permite gestionar la Calidad requiere un liderazgo que puede estar dado desde una jefatura, un coordinador o un Gerente de Calidad, dependiendo siempre del tamaño y de la posibilidad de una empresa.
El líder de Calidad funciona como un aliado a los procesos, es quien tiene una mirada con vuelo para identificar oportunidades, captar innovación en el mercado y transferirlo a su realidad operativa. Desde ese rol es donde naturalmente se va generando la autoridad de Calidad, convirtiéndose en el resguardo de los intereses de la Empresa, reduciendo pérdidas y evitando posibles situaciones de retiradas o recuperaciones de producto del mercado.
La autoridad se construye desde la acción. Tener un proceso bajo control significa, a través del sistema de gestión, generar confianza desde las área productivas y lo más importante, generar la necesidad de dicho seguimiento.
Entonces: ¿Cómo construimos autoridad?
1. Involucrándonos en los procesos productivos.
2. Realizando mediciones que permiten tomar acciones de corto, mediano y largo plazo.
3. Generando un tablero de indicadores que otras áreas usen como referencia.
4. Mostrando indicadores de costos que validen la efectividad del sistema.
5. Ganando confianza, mediante la acción.
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Autora:
Eugenia López Buriek.
Licenciada en Química, graduada en la Universidad Nacional de Tucumán (UNT).
Antecedentes docentes en la Facultad de Bioquímica, Química y Farmacia, para la carrera de Licenciatura en Química.
Veinte años de experiencia en Gestión de Calidad (Control y Aseguramiento de la Calidad), en actividades agroindustriales.
Conocimiento de normas internacionales de calidad e inocuidad y de protocolos de certificaciones de empresas de primera línea mundial. Además de certificaciones sociales y de seguridad y medio ambiente (BRC, HACCP, SGF, Global Gap, GRASP SMETA, Siza, FSA, BASC, Proyungas, Sello Alimentos Argentinos y certificaciones religiosas como Kosher y Halal).
Manejo de laboratorios de análisis y conocimiento de equipos de laboratorios (cromatografía líquida y gaseosa, espectrofotometría, reflectometría, etc.).
Países donde desarrolló su experiencia laboral: ARG, URU, Perú y RSA en plantas industriales de cítricos y fruta fresca.
Alcance: fruta fresca: cítricos (mandarina, naranja y limón), palta y uva. Procesos industriales de cítricos: jugos, aceites y sus derivados, cascara, pulpa.
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